Un curso de community management: enfoque y conclusiones

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Siempre he sido receloso de los cursos de community management, tanto como de los posts con diez consejos sobre cualquier cosa relacionada con los blogs y las redes sociales. Cuando leo uno de estos artículos me pregunto si quien escribe realmente trabaja como gestor de comunidades, porque nunca encuentro nada útil para mi trabajo. Casi todo es humo, y enseguida detectas cuando alguien habla desde la experiencia, como en este post que recuerdo de Ámina Pallarès, en el que explicaba cómo gestionar una comunidad de 120.000 personas.

Decía que no era partidario de los cursos de community management. Primero, porque temo el enfoque de los contenidos. No hace falta estudiar, sino ponerse a trabajar. Y segundo, porque todo lo puede aprender uno mismo en internet, con motivación y práctica. Claro que opino lo mismo del periodismo y otros tantos planes de estudio.

Cuando se me presentó la oportunidad de dar un curso de community management y con cierto margen de libertad sobre el programa, tuve claro que había que enfocarlo hacia la práctica. De una experiencia reciente en un startup weekend aprendí que los estudiantes deben hacer suyos los retos si quieren aprender. Con una clase magistral se tarda más y se corre el riesgo de aburrir, así que opté por el rol de dinamizador o mentor, antes que el de profesor.

Con una duración de tres semanas y cinco horas diarias trabajamos en un proyecto colectivo (web + redes sociales), que sirvió para poner en práctica procedimientos y objetivos. Y una vez adquiridos los procesos, uno individual, en el que había que trabajar desde el diseño de la estrategia hasta la ejecución. Como soporte contamos con un manual específico que elaboró Llorenç Roviras, de Contents Editors. También nos visitó Miquel Vidal (en la foto), responsable de comunicación online de la Fundación Barcelona Mobile World Capital, para explicarnos cómo se gestionan las redes en una gran organización.

De la experiencia extraigo una serie de conclusiones:

– Ante la duda de quién querría hacer un curso de community management, hay un perfil de usuario, con estudios, licenciaturas y másters, que no ha profundizado en el uso personal o profesional de internet y las comunidades online, y necesita un empujón para entender el escenario digital y sus posibilidades.

– Más importante que escuchar, aprender, y aplicar, en este trabajo, como en otros, y quizá más evidente para los que venimos de la consultoría, es encontrar soluciones. No importa que no sepas cómo se hace algo, que Facebook cambie sus sistema de páginas, o que nunca hayas hecho una newsletter o montado una tienda online. Busca la solución y hazlo. Cambiar ese chip es más importante que aprender cómo sacar estadísticas de Twitter.

– El community management no se entiende sin el planteamiento básico de la comunicación. Parece obvio pero muchos proyectos fracasan porque no se ha entendido que hay un emisor, un mensaje y un destinatario específico para cada uno.

– Las habilidades personales son una virtud y un handicap. Hay quien escribe mejor pero es más flojo en las relaciones públicas, otro es más hábil con el diseño pero le cuesta más plantear estrategias. Como la tarea del community manager implica varios perfiles en uno, es positivo trabajar en grupo para aprender de los demás y compartir tu talento.

– Y por último, destaco la implicación de los alumnos. Las clases se hicieron en Editrain, escuela de formación que ofrece cursos a personas en paro, y la motivación para aprender y trabajar ha sido muy alta. Me ha sorprendido la calidad de los trabajos que han presentado y la energía que tienen para desarrollarse profesionalmente. En la época en que nos encontramos, es para estar orgulloso.


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