(…) Aunque se criticara a El País, había que comprarlo cuando ocurría algo importante. Yo he visto varios zafarranchos de combate en la redacción, jornadas en las que un tema grandioso merece diez, veinte o treinta páginas, y he quedado atónito ante la potencia de fuego de cientos de periodistas movilizados. Debía ocurrir algo parecido con las tripulaciones de los grandes veleros: ejercían su trabajo bajo unos mandos tiránicos y en condiciones muy duras, pero no era solo la amenza del látigo la que les impulsaba; también contaba, y mucho, la conciencia de su capacidad para ejecutar a la perfección maniobras complejas. ¿Para qué? Eso daba igual. Lo importante era que lo hacían. Que lo hacíamos.
Memorias líquidas, Enric González (Jot Down Books, 2013)
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