Desde hace algo más de dos años vivo entre Pristina y Barcelona. Mi mujer es de Kosovo así que la vida me ha llevado a un rincón de Europa que jamás hubiera imaginado.
La mayoría de amigos y familiares se sorprendían. Kosovo era, y sigue siendo, la última guerra de Europa. Paraíso de la mafia y cuantos delitos puedan imaginarse. Como decía Llorenç Roviras, “si alguien te habla de una banda de albanokosovares, no piensas en un grupo de rock”.
El siguiente tema recurrente es el no reconocimiento de España a Kosovo como país. Kosovo se declaró independiente de Serbia en 2008, y en seguida contó con el reconocimiento de la mayoría de países de la UE y EEUU. Pero no de España. El motivo, político. Una autodeclaración de independencia no podía ser respaldada por España, para no alentar deseos en Cataluña y el País Vasco.
En mi opinión, todavía en movimiento por la complejidad del asunto, España debería haber reconocido Kosovo, porque es un caso único, incomparable al del secesionismo peninsular. Pero mantengo mis dudas sobre si Kosovo hizo lo correcto con su autodeclaración independiente. La UE y EEUU así lo querían, pero en la práctica su evolución como nuevo estado está siendo muy difícil. La dependencia de los reconocimientos internacionales está condicionando su crecimiento económico, es el país más pobre de Europa, y sus ciudadanos, que no pintan nada en el debate diplomático, sufren las consecuencias en el día a día (paro elevado, sueldos bajísimos, limitación de movimiento, etc.).
En mi caso tiendo, o al menos lo intento, a ser neutral y abrir la perspectiva. Quiero entender a España, a Serbia, y a Kosovo. El encaje es complicado y todos tienen su parte de razón. Como no soy político, mis esfuerzos no se centran en debatir, proponer o encontrar soluciones. Pero sirva esta introducción para situar el contexto del que partimos.
Lo que de verdad me interesa es explicar historias. He descubierto una región apasionante que en España es desconocida. Más allá del turismo de Dubrovnik, los Balcanes siguen siendo la guerra. Los medios siguen recordando una y otra vez el conflicto, y el imaginario colectivo se ha quedado estancado.
En la página de Facebook de Balkanidades, “el sitio para disfrutar, compartir y comentar las balkanidades del mundo mundial”, citaban varias definiciones del Diccionario de la RAE:
Americanizar: Dar carácter americano.
Españolizar: Dar carácter español.
Castellanizar: Dar carácter castellano.
Catalanizar: Dar carácter catalán.
Balcanizar: Desmembrar un país en territorios o comunidades enfrentadas.
En Twitter tengo una búsqueda permanente de Balcanes y más de la mitad de las referencias son bélicas o sinónimo de conflicto.
Y es verdad, los países se rompen, y sigue habiendo comunidades enfrentadas, pero hay mucho más, muchísimo más. Y esas historias no llegan. Hay cultura, conocimiento, música, viajes, personas… Que deben ser compartidas porque aportan valor y no tienen espacio en otras publicaciones, acercando al lector en español una imagen más completa de la habitual. Ésa es la idea detrás de la Revista Balcanes. Aquí se explica en un artículo de Kosovo 2.0 (en inglés).
Para lo malo y para lo bueno:
Vía @ivanmarcos: Una gran frase en el libro la trampa balcánica: “Los Balcanes son también Europa, y Europa también es los Balcanes”
— Revista Balcanes (@revistabalcanes) October 10, 2013
La trampa balcánica, Francisco Veiga (Grijalbo, 1994)
En próximos posts explicaré más detalles del proyecto, como el plan de contenidos, el uso de los medios sociales y detalles más técnicos.
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